Obama enumeró cuatro escenarios que le podrían sacar del silencio propio de muchos expresidentes novatos. Uno, casos de discriminación. Dos, obstáculos explícitos al voto de las minorías. Tres, intentos institucionales para silenciar a la prensa. Y cuatro, esfuerzos para detener a jóvenes inmigrantes y enviarlos a otros países. “Todo esto me haría decir lo que pienso, aunque no significa que me vaya a presentar a unas elecciones”, dijo.
“Teneros en este edificio”, dijo Obama al inicio de la rueda de prensa, “nos fuerza a ser honestos y a trabajar más duro”. “América os necesita y nuestra democracia os necesita”, añadió.
El presidente saliente aludió a la libertad de prensa como uno de los valores que EE UU debe defender en el mundo, junto a los derechos humanos y a una serie de normas, como la que impide a un país grande invadir otro pequeño. Obama admitió que EE UU no es perfecto y no siempre ha estado a la altura de estas normas, pero expresó el deseo de que la próxima administración mantenga la defensa de estos valores y no ceda el espacio a países que no los defienden.
Trump ha despreciado las alianzas tradicionales de EE UU, como la OTAN y la UE, y ha cortejado al presidente ruso, Vladímir Putin.
Como en todas las declaraciones y discursos de Obama desde la victoria de Trump, no lo mencionó explícitamente, pero a nadie escapaba que se refería a él en todo momento.
El presidente dedicó buena parte de la comparecencia en la Casa Blanca a defender las últimas decisiones de su mandato. En los dos meses y medio de traspaso de poder, no se ha conformado en el papel de pato cojo —el término que designa al presidente en su final de mandato, sin influencia ni capacidad de gobernar— y ha adoptado una serie de decisiones que pueden condicionar al sucesor.